APARATO ANÍMICO

La personalidad psíquica se descompone en un conjunto de instancias psicológicas: ello, yo y super-yo. A continuación analizaremos cada una más en profundidad.


El Ello o "Id":

Es la más antigua de estas instancias psíquicas y está formada por todo lo heredado, lo constitucionalmente establecido. Se puede decir que es la parte más oscura e inaccesible de nuestra personalidad, por lo que su conocimiento se obtiene indirectamente por el estudio de los sueños y de los síntomas neuróticos. El ello no posee organización y se basa en el principio del placer, es decir, la búsqueda de los estados placenteros que se originan de los instintos satisfechos. Por eso, para los procesos que ocurren en el ello no se pueden aplicar las leyes lógicas del pensamiento, sobre todo el principio de no-contradicción. Además, no existe en el ello una valoración moral; se trata de la parte animal del hombre. Los componentes del ello o "complejos" son los instintos y lo reprimido. Estos complejos son sistemas psíquicos que desarrollan actividades inconscientes, impulsando la actividad del pensamiento y determinando la dirección de la actividad consciente, o pudiendo también quedar sin acción directa o manifiesta sobre la conciencia. El conjunto de estos complejos constituye la libido (energía psíquica que surge del impulso sexual).


Mediante la influencia del mundo exterior que nos rodea, una parte del ello ha experimentado una transformación, desarrollando así una organización y dando lugar a un individuo más racional, el yo, que actúa como intermediario entre el ello y el mundo exterior.




El Yo o "Ego":

Es la parte ejecutiva de la personalidad; el individuo que se encuentra consciente de su identidad y de su relación con el mundo exterior. Como ya se vio, el yo va emergiendo desde el ello y durante la infancia no hay una clara diferencia. El yo permite adaptar la actividad de la persona a las exigencias y características del medio externo, y frenar los pedidos del ello. De esta manera desarrolla la conciencia, haciendo que la realización de los actos impulsados por el ello esté atrasada por una etapa intermedia: la observación y la reflexión. Por esto, en el yo se sustituye el principio del placer por el de la realidad, haciendo posible la adaptación al medio. Frente al mundo exterior el yo percibe los estímulos y acumula en la memoria experiencias sobre éstos. También evita a los que son demasiado intensos y enfrenta por adaptación a los estímulos moderados. Finalmente, aprende a modificar el mundo exterior para adecuarlo a u conveniencia. Por otra parte, hacia el interior, es decir frente al ello, conquista el dominio sobre las exigencias de los instintos, decidiendo si las satisface o no. En caso de no dar satisfacción a los impulsos del ello, se genera la represión.

Freud creía que en el yo existía una función de censura, pero luego llegó a considerarla como una instancia separada, que puede llegar hasta a dominar al yo: el super-yo.




El Super-yo o "Super-ego":

Como resultado del período infantil en el que el hombre vive en dependencia de sus padres, se forma otra instancia del aparato anímico que persiste a la influencia de los padres, denominada el super-yo. El super-yo es el aspecto moral y judicial de la psiquis porque reúne las exigencias y las normas que, como ya hemos visto, son recibidas por la influencia de los padres, siendo internalizadas por el sujeto. Pero naturalmente, en la evolución de los individuos también influyen los aportes de sustitutos y sucesores de los padres, como los maestros y profesores. Existen dos etapas en la evolución de la conciencia moral. En la primera es exterior, luego se interioriza: las influencias de los padres son asimiladas por la psiquis de la persona, convirtiéndose en energías psicológicas. De esta manera, el super-yo se hace cada vez más impersonal hasta que se vuelve una actividad solamente mental. El papel que desempeña el super-yo es la represión de los impulsos, constituye el deber ser; son los principios éticos, la conciencia moral de las personas. También tiene la función de auto-observación, haciendo posible la selección de los impulsos del ello.El super-yo es lo más elevado de la personalidad humana. Esto se debe a que el hombre, además de estar biológicamente organizado y actuar por la acción de factores materiales, también es un ser social (está afectado por el pasado, la cultura, las costumbres sociales, etc.) y su objetivo es alcanzar la perfección, tratando de acercarse y superar los ideales señalados por el yo.A pesar de todas sus diferencias, el ello y el super-yo tienen algo en común: que ambos representan las influencias del pasado (el ello las heredadas y el super-yo las recibidas de los demás). Por el contrario, el yo está determinado fundamentalmente por las experiencias propias del individuo, lo actual y accidental.

A través de este análisis vemos que la conformación y la acción de la personalidad se realizan en el Yo que recibe, por un lado los reclamos del Ello que requieren su gratificación y, por otro, la represión del Super-yo. Para que la actividad psíquica se desarrolle naturalmente es necesario mantener el equilibrio, pero esto no es siempre fácil.




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